Un sencillo descubrimiento tiene repercusiones de un valor incalculable e incluso para salvar vidas.
Y uno de ellos fue la esterilización de material quirúrgico, que se extendió tras la publicación del tratado “Principios de antisepsia en la práctica de la cirugía” en el siglo XIX. La mortalidad en las operaciones bajó del 45 % al 9 %.
En estos últimos años se desarrolló también el primer autoclave, es decir, un aparato capaz de esterilizar el instrumental quirúrgico.
El primer modelo empleaba un depósito de seis litros de alcohol que sometía los instrumentos a un baño de vapor a modo de olla a presión, hoy día los autoclaves han avanzado, pero siguen teniendo algo en común: la necesidad de una fuente de energía, normalmente basada en la corriente eléctrica o combustible, algo no siempre disponible en zonas rurales.
Por eso, el prototipo de autoclave con energía renovable desarrollado por el MIT y el Instituto Indio de Tecnología podría democratizar más aún su uso en regiones desfavorecidas.