El turismo y los viajes en el espacio son conceptos que los magnates Jeff Bezos y Elon Musk han puesto en una nueva tendencia: Convertir al espacio en un negocio.
La presentación de un modelo a escala real del “avión espacial” de la firma Sierra Space, en el tradicional show tecnológico de Las Vegas (CES) de esta semana, es una prueba del comienzo de la era del mercado espacial, que tiene un vertiginoso potencial y también conlleva riesgos.
Cuando son más las empresas privadas interesadas en explorar el espacio, los expertos del sector creen que esta tendencia dará lugar a muchos avances tecnológicos, aunque con la perspectiva casi segura de que también se producirán desastres espaciales y se perderán vidas.
Sierra Space, filial de la empresa Sierra Nevada, quiere que su nave espacial de nueve metros, denominada “Dream Chaser” (perseguidor de sueños), lleve a cabo sus primeras misiones este año, apostándole a la nave reutilizable como la piedra angular de sus ambiciones.
“Antes, solo los gobiernos podían hacerlo. Ahora, los seres humanos comunes pueden ir al espacio”, explicó a la AFP Neeraj Gupta, responsable de Sierra Nevada.
El pequeño transbordador fue diseñado para transportar a personas y equipos hacia y desde las instalaciones espaciales comerciales que la empresa planea construir en los próximos 10 años, especialmente un sistema de estructuras inflables destinadas a acoger a los humanos en órbita.
Sierra Nevada firmó un acuerdo con la NASA para los vuelos no tripulados a la estación espacial internacional, que deben comenzar en 2022, y colabora con la compañía Blue Origin, de Jeff Bezos, cofundador del gigante del comercio en línea Amazon.
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Los proyectos comerciales relacionados con el espacio avanzan a un ritmo vertiginoso, en particular con los lanzamientos de cohetes de SpaceX, la empresa fundada por el sudafricano Elon Musk – también dueño de la empresa de automóviles eléctricos Tesla- que transporta astronautas para la NASA.
El año pasado, el viaje espacial de Bezos, a bordo de un cohete de la propia Blue Origin, desató a la vez fascinación y una lluvia de críticas por la “carrera al espacio” que se libra entre multimillonarios.
Más allá del turismo, el espacio se percibe ahora como un nuevo horizonte comercial para tomar en serio.
Muchas empresas se habían inclinado a ideas más o menos extravagantes, como la explotación minera de asteroides o aplicaciones biomédicas, pero hasta hace cinco años la idea de producir algo en el espacio y traerlo a la Tierra no tenía sentido, explica Mason Peck, profesor de astronáutica en la universidad de Cornell.
“Actualmente hay empresas que están estudiando esta pregunta: ¿Cómo puedo ganar dinero en el espacio?”, subrayó Peck.
El atractivo de ganancia tiene el poder de acelerar fuertemente la productividad y los avances tecnológicos, mucho más que el lento y reflexivo enfoque de la NASA o de la agencia espacial europea.
“Más capital se invierte en la industria espacial. La tecnología mejora, los costos bajan, por lo que todo el mundo se beneficia”, indica Mike Gruntman, profesor de astronáutica en la universidad de California del Sur.
No obstante, la perspectiva de un alza de la actividad espacial por parte de empresas privadas podría además generar verdaderos riesgos.
“Habrá seguramente un momento en el que ocurrirá una tragedia. Hay accidentes de tránsito, puentes que se derrumban”, avizora Peek.