El mapeo genético de la pequeña medusa Turritopsis dohrnii, conocida por su capacidad para revertir sus ciclos de vida, podría traer el descubrimiento de la juventud eterna.
Vivir sin envejecer o, mejor aún, vivir eternamente, siempre ha sido una vieja quimera del género humano. Pero mientras los científicos se afanan en descubrir el modo hacer realidad este sueño de la humanidad, en la naturaleza existe un organismo que parece haber logrado la inmortalidad.
Se trata de la pequeña medusa Turritopsis dohrnii, anteriormente clasificada como T. Nutricula, que tiene un diámetro máximo es de 4,5 mm y es biológicamente inmortal, ya que es capaz de volver repetida e indefinidamente a un estado anterior asexual denominado pólipo. De esa forma puede evitar su muerte por envejecimiento, mientras que otras medusas tienen una longevidad muy corta, de dos a seis meses.
El secreto radica en lo que se conoce como la transdiferenciación celular, proceso mediante el cual las células detectan qué partes del cuerpo faltan y las modifican para que vuelvan a crecer. Sin embargo, la Turritopsis dohrnii no puede controlar la transición entre distintas etapas de su crecimiento. Los estudios han demostrado que las condiciones ambientales deben ser necesariamente desfavorables para esa transformación, indica The Wall Street Journal. En el caso de estas medusas, podría tratarse de un cambio en la temperatura o la salinidad del agua.