Hace 66 millones de años, un gigantesco meteorito cayó sobre la Tierra. Este originó el cráter Chicxulub y acabó con la vida de los dinosaurios. En ese entonces, los pequeños mamíferos habían adquirido adaptaciones, una tras otra, ayudándolos a sobrevivir al desastre; así lo afirma un nuevo estudio.
Modelando el pasado
Los investigadores del trabajo publicado en Science llegaron a esa conclusión tras mapear las complejas interacciones entre una gran variedad de animales antiguos y sus ecosistemas antes y después del impacto del asteroide.
Su modelo incorpora datos de fósiles recopilados en el oeste de América del Norte cuyas edades se extienden a ambos lados del límite entre el final del período Cretácico (145 millones a 66 millones de años atrás) y el comienzo del Paleógeno (66 millones a 23 millones años atrás). Los 1.600 fósiles del trabajo representan más de 470 géneros de animales, incluidos mamíferos, peces, cocodrilos, aves y dinosaurios no aviares.
De ahí los autores pudieron determinar que los organismos de agua dulce y los pequeños organismos terrestres, incluidos los mamíferos, «eran más resistentes y estaban mejor equipados para capear la extinción en comparación con los dinosaurios no aviares». Estos hallazgos fortalecen la hipótesis de que los mamíferos se diversificaron antes del impacto del asteroide, en lugar de ramificarse solo después de que los dinosaurios se extinguieran.
Para Thomas Cullen, especialista de la Universidad de Carleton en Ottawa, consultado por el portal WordsSideKick, esta variedad de mamíferos aprovechó una gran diversidad de alimentos, pudo vivir en un amplio rango de temperaturas y condiciones climáticas y, muy importante, consiguió reproducirse con cierta rapidez, dejando descendencia apta para repoblar el planeta luego de la catástrofe.
Nueva evidencia
Este trabajo contradice la idea generalizada que solo el fin de los grandes reptiles permitió la explosión evolutiva de mamíferos.
Alfio Alessandro Chiarenza, coautor del estudio, explica que por aquel entonces, el entorno del ahora oeste de los EE. UU. habría sido similar a un pantano moderno de Florida, ya que al final del Cretácico las temperaturas fueron descendientes. A pesar de este enfriamiento, los dinosaurios no aviares realmente no se adaptaron.
En cambio, se apegaron a los mismos rangos de temperatura, condiciones climáticas y dietas a las que ya se habían adaptado. Por lo tanto, sus roles ecológicos se mantuvieron en gran medida estables, excepto por el hecho de que la diversidad de grandes dinosaurios herbívoros disminuyó.
El enfoque de modelado utilizado se desarrolló originalmente para estudiar ecosistemas modernos. Estos modelos son difíciles de aplicar a animales antiguos porque el registro fósil está incompleto y generalmente sesgado hacia especímenes grandes. No obstante, el equipo hizo un esfuerzo para tener en cuenta estos factores.
Si bien eso representaría una limitación, según algunos especialistas, eventualmente, los modelos basados en ubicaciones adicionales podrían darnos una «imagen global» de lo que sucedió alrededor de la extinción del Cretácico final.