El metaverso es una necesidad educativa global, sin vuelta atrás. La pandemia del covid-19 empujó a la humanidad a ser más tecnológica y a usar nuevas herramientas y dispositivos para la comunicación interpersonal.
Esa tecnología marca un antes y un después para la educación a distancia. Aunque en muchos casos, por la falta de conexión y de dispositivos, la experiencia no ha sido del todo provechosa.
El metaverso abre nuevas puertas a la enseñanza digital. El grupo Meta, abanderado del metaverso, ve en la educación una pieza clave para acelerar la integración de los mundos virtuales en la vida diaria.
Hace unos meses, la compañía de Mark Zuckerberg, uno de los creadores y fundador de Facebook, estrenó un anuncio de televisión en el que presenta cómo será ese futuro para estudiantes y docentes con el metaverso.
La educación es una de las áreas más sensibles para adecuarse a ese futuro inmediato del aprendizaje a través del mundo virtual. Así lo dice Claudio Guevara, docente de la Universidad Católica de Cuenca.
Niños y adolescentes juegan en línea, usan gafas de realidad virtual y se sienten cómodos en mundos inmersivos. “Esto es un punto a favor, porque muestra que hay un terreno ganado. Hay que aprovecharlo en las aulas”, dice Guevara.
En la actualidad, ningún plantel del Ecuador cuenta con laboratorios de realidad virtual ni modelos pedagógicos usando el metaverso. En cambio, algunas universidades, como la Católica de Cuenca, están utilizando contenidos inmersivos.
En muchos casos, esta práctica de enseñanza-aprendizaje es considerada un prototipo. Además, en Cuenca están desarrollando sus propios contenidos en temas de salud física y mental, con docentes de la carrera de Realidad Virtual y Videojuegos.
Desafíos a la vista
Un estudio de la Red de Aprendizaje Inmersivo del Ecuador, que agrupa a 12 universidades, reveló que el aprendizaje y la retención en el tiempo aumentan en un 30% con la enseñanza virtual.
Para su director ejecutivo, Augusto Cabrera, esto ocurre porque lo nuevo motiva y se aprende haciendo. El alumno se muestra más activo, participa y refuerza sus conocimientos a través de la experiencia y de la interacción.
La implementación del nuevo modelo va más allá de ponerse unas gafas e interactuar con otros avatares. Supone retos para el Ministerio de Educación, instituciones educativas, docentes, estudiantes y padres de familia.
Lo principal es eliminar la brecha digital y elevar el conocimiento de la tecnología, para que todos tengan acceso a la enseñanza digital. También se requiere capacitar a los docentes en la motricidad digital y en el uso de plataformas.
Al utilizar y crear contenidos de aprendizajes inmersivos para cada materia, los roles del estudiante y del docente cambian. Por lo tanto, los expertos recomiendan rediseñarlos. El alumno lidera su aprendizaje y se convierte en gestor.
En cambio, el maestro hace de facilitador. Por eso, es necesario redefinir los criterios de evaluación.
Asumiendo estos desafíos, se refuerza el aprendizaje del estudiante y la institución se pone a la par de los cambios, explica Guevara.
Esto significa dejar de usar las metodologías tradicionales y experimentar con herramientas innovadoras. Es necesario adecuar la oferta y la demanda educativa y trabajar con plataformas según las necesidades pedagógicas.
No obstante, también hay riesgos para los menores de edad, vinculados a la salud y a las relaciones personales. El exponerse demasiado tiempo a gafas virtuales puede provocar mareos, adicción a los juegos, ciberdelitos, además del perjudicial sedentarismo.