Era cuestión de tiempo: si una IA podía mostrarnos lo que había más allá de ciertos clásicos de la pintura o completar una sinfonía de Beethoven, nos faltaba poco para escuchar versiones de Brunos Mars cantadas por Sinatra o presenciar un duo de Dua Lipa y Michael Jackson. O, en realidad, lo que se nos ocurra.
Las IAs que pueden hacer esto se alimentan de cientos y miles de canciones, interpretan los tonos y los detalles de cada voz y luego vuelvan esa información a la banda sonora que seleccionemos. Es, en formato muy básico, una forma de traducción, solo que en lugar de idiomas, lo hace con todos los datos de la voz. No suena exactamente igual al original pero el problema es que ya es reconocible y la tecnología solo mejorará en los próximos años.
Esto, que puede parecer una curiosidad, tiene varios problemas. El primero es que Universal Music Group ya ha enviado numerosas quejas a Spotify y Apple Music para bloquear los sistemas de IA para que no extraigan música y letras de sus servicios para usar en futuras canciones. Tanto que un portavoz de Universal aseguró que “Tenemos una responsabilidad moral y comercial con nuestros artistas de trabajar para evitar el uso no autorizado de su música y evitar que las plataformas difundan contenido que viole los derechos de los artistas y otros creadores. Esperamos que nuestros socios de plataforma quieran evitar que sus servicios se utilicen de manera que dañen a los artistas”.
Pero esto es apenas un parche: las webs que crean los covers (algunas por apenas 3 euros) pueden recibir la información para crear la canción directamente de los vídeos de YouTube que las propias empresas como Universal o Warner suben a la web.
Y la otra pregunta es… ¿si estas webs cobran por esto no iría una parte para pagar los derechos de autor? Así se convertiría en una práctica “lícita”. Claro que las leyes actuales de propiedad intelectual se escribieron mucho antes de la llegada de la IA y no contemplan un escenario como el actual.
Finalmente hay otro problema al que nos enfrentamos: la capacidad de producir nuevas piezas combinando voces (hasta se puede hacer cantar a Albert Einstein como Bad Bunny, basta tener los archivos de voz) es infinita. ¿Qué impedirá que se desarrolle una IA tan avanzada que no la podamos diferenciar de un artista real? En muchos aspectos estamos avanzando más allá no de nuestras posibilidades sino de nuestra comprensión. Y a menudo de nuestro beneficio.